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AL OTRO LADO DE LA MESA

De cómo una persona usuaria acabó ejerciendo en la silla de su trabajadora social


En el acto de graduación de la VIII promoción de trabajo social de la universidad de Vigo, Rubén González-Rodríguez, profesor y padrino, citó en su discurso mi obra: “Diez Historias Asombrosas de Trabajadoras Sociales”. En concreto el relato que lleva por título: Al otro lado de la mesa y que cuenta cómo una niña, Yolanda, tras el suicidio de su padre, acude por primera vez a servicios sociales y tras una larga odisea acaba siendo trabajadora social. Casualidades de la vida, terminará sentándose como profesional, años después, en la misma silla que Dolores, su trabajadora social. Yolanda por tanto, acaba al otro lado de la mesa siendo trabajadora social en el mismo sitio donde una vez fue persona atendida.



Que Rubén escoja este relato como ejemplo para sus alumnas recién graduadas tiene un enorme valor para mí. Después de todo, termina por despejar las dudas que surgieron en el proceso de elaboración del libro sobre si esta historia desencajaría con respecto al resto. La propia Yolanda me decía: -¿Pero qué pinto yo entre las grandes del trabajo social o entre las que han realizado gestas tan increíbles?- y a día de hoy me sigue confesando que tiene complejo de impostora. ¿Y quién no querida? ¿Quién no?




Evidentemente, nadie se puede comparar con las grandes personalidades de la historia, y en este caso, con las más grandes figuras de la profesión del trabajo social. Jane Addams, Mary Richmond, Alice Salomon, Leymah Gbowee etc. son únicas en su especie, una entre un millón. Así lo expresa, en una escena del libro, la propia Alice Salomon a las trabajadoras de la Hull House tras pasar unos días alojada en Chicago después de la muerte de Jane Addams:


Las personas grandes simplemente no tienen sucesores, no son reemplazables, de lo contrario no serían grandes. Nos corresponde a las demás tratar de seguir su estela y para ello no nos queda otra opción que superarnos cada día. Exigirnos un poco más, siendo conscientes de que jamás podremos compararnos con ellas[1].


"Nos corresponde a las demás tratar de seguir su estela", superarnos día a día y tratar de ser mejores. Labor que lleva desempeñando Yolanda desde entonces: -¡me tienes idealizada!- dice. Puede ser, no dejo de ser un idealista, pero no se puede restar un ápice a la historia de su vida.


No revelaré nada del relato que es, en sí mismo, el clásico “viaje del héroe” y que no tiene nada que envidiar al resto de las narraciones del libro. Ella me regaló su historia a pecho descubierto y a sabiendas de la repercusión que podría tener en su entorno más cercano.





Precisamente hace poco más de un año, en plena naturaleza, empezamos las entrevistas que serían el germen del relato final. Su testimonio es valiente, sincero, duro y esperanzador. Yo tenía y tengo la convicción de que Yolanda en su doble condición de profesional y afectada, podía aportar mucho a otras personas que han pasado o están pasando por su misma situación.


No olvidemos que desde hace años el suicidio es la principal causa de muerte no natural en España, la primera entre jóvenes de 15 a 29 años[2] y, a pesar de ello, continúa siendo un tema tabú. Yolanda en: Al otro lado de la mesa se niega a mirar hacia otro lado. A actuar como si nada hubiera pasado o como si su padre nunca hubiese existido.


Ahora bien, en su relato retoma temas que habían quedado enterrados tiempo atrás por lo que debíamos ser muy cautas y respetuosas. Ella supervisó los distintos borradores y decidió finalmente qué entraba y qué no. Mentiría si dijera que no preocupaba, y mucho, la reacción de su familia y amigos. De hecho, aún me pongo nervioso cada vez que me cuenta: -¡ya ha leído el relato fulanita o menganito…!- ¿Y qué te dijo?


El proceso de escritura de este relato fue difícil, más que ningún otro, en parte porque me identifico con el dolor de Yolanda y por eso, quizá, me cueste tanto escribir este post. Existe un hilo rojo que conecta nuestras propias vidas y que nos une en el dolor, la pérdida y también en el trabajo social. Las primeras personas que leyeron el libro ya notaron esta conexión. No me extraña, me conocen bien y ambas son trabajadoras sociales. Fueron Nati de la Red y mi trabajadora social Maite Fernández y así lo reflejaron en el prólogo:


En la novena historia, la de Yolanda, existe cierto paralelismo con una situación personal que hace años vivió Óscar. Su acercamiento al trabajo social se inició en su primer contacto como persona atendida, igual que la protagonista del relato (…)


Las mismas aseveran al principio del texto:


En la intervención profesional de una trabajadora social, Óscar descubrió que, cuando se respeta y se hace presente la dignidad, crece la vida, sea cual sea la circunstancia, también en las situaciones particularmente afectadas por la vulnerabilidad.


Exactamente igual que Yolanda y su familia con su trabajadora social: Dolores. El paralelismo es claro. Por eso me hace tanta ilusión la cita de Rubén, quién podría haber escogido cualquiera de las historias asombrosas, pero decidió mencionar la historia de Yolanda. ¿Por qué?


Las palabras de Rubén González dirigidas al alumnado de la VIII promoción dieron en el clavo por el hecho de reconocer el valor y el mérito de Yolanda, una niña que en una situación de gran vulnerabilidad acaba transformándose en trabajadora social y dedicando su vida a ayudar profesionalmente a los demás; ¡qué forma más maravillosa tiene el trabajo social de ganarse adeptas y aliadas! Superando el dolor, el miedo y la desesperación desde la esperanza, la empatía y la resiliencia.


En la historia de Yolanda muchas de nosotras podemos sentirnos reconocidas. Es la gesta de lo común, de las personas ordinarias, de la familia que supera la adversidad, de la mujer que lucha por su sueño, de la profesional que denuncia la injusticia, de la hija que se niega a que su padre sea borrado, de una persona cualquiera que se expone para enfrentarse al tabú. Precisamente por eso decidí que su historia iría al final del libro. Así pues, queridas: el libro no va de más a menos, todo lo contrario.


Mi apuesta fue todo un acierto. A nivel personal este relato me (nos) ha traído grandes momentos que jamás olvidaré (la canción de Rozalén del final del post en el Congreso fue uno de ellos) y me enorgullece que muchas lectoras y lectores se refieran a Diez Historias Asombrosas de Trabajadoras Sociales como el libro de Yolanda.


¿Cómo acabará esta historia? Pues me cuentan que Yolanda ha regalado el libro a Dolores, su trabajadora social, y que tienen previsto encontrarse después de tantos años. ¡Qué emocionante! Yolanda seguirá opositando para conseguir su sueño y las alumnas de la VIII Promoción de Trabajo Social de la Universidad de Vigo comenzarán a forjar los suyos: ¿Qué historias saldrán de ahí? El tiempo lo dirá…


Terminamos este post con las Palabras de Rubén y con nuestro más sincero agradecimiento. Profesor, de parte de Yolanda y de este humilde servidor: ¡GRACIAS!




ACTO DE GRADUCACIÓN DE LA VIII promoción de trabajo social (2016-2020) celebrada el 16 de septiembre de 2022 al haber sido pospuesta por el COVID[3]


(Extracto del discurso de Rubén González traducido del gallego)


“En cuanto a las motivaciones del "comienzo", me gustaría que fueseis vosotras las que miraseis hacia atrás. Yo lo hice este verano aprovechando una lectura que me regaló una buena amiga. Se trata de un libro de Óscar Cebolla titulado "Diez historias asombrosas de trabajadoras sociales". Aprovecho para subrayar algo que os comenté en el aula pero que quiero volver a insistir y es el hecho de reconocer el valor que nos reportan otras profesiones (como en el caso de Óscar) para sumarnos y avanzar desde Trabajo Social. Sin ser trabajador social, este autor ha analizado con gran maestría temas nucleares del Trabajo Social, muchos de ellos vinculados al arte. Para los que no lo conozcáis, os animo a acercaros a sus obras. En cualquier caso, recuerda siempre que todas las aportaciones de otras disciplinas son fundamentales para nuestra formación como trabajadores y trabajadoras sociales y también debemos ponerlas en valor. ¡¡¡¡Nunca dejéis de aprender!!! Volviendo al libro del que os hablaba, "Diez historias asombrosas de trabajadoras sociales", en él encontré a las ya clásicas Mary Richmond y Jane Addams (no hablaremos de ellas ahora...), pero también descubrí a Yolanda. Yolanda es la protagonista del relato "El otro lado de la mesa". En él, Yolanda nos cuenta el por qué de las motivaciones que la llevaron a estudiar Trabajo Social. No quiero desvelaros el contenido (espero que muchos lo leáis), pero el título ya nos adelanta que Yolanda estaba del otro lado de la mesa como persona usuaria de los servicios sociales y nos lo traslada a un hecho verdaderamente emocionante, duro e importante (y determinante) de la profesional que le atendió en su vida. La historia termina cuando Yolanda verbaliza que está preparando su oposición porque quiere hacer realidad su mayor sueño, que por el momento es ser trabajadora social en servicios sociales comunitarios. Probablemente muchos de nosotros nos veamos reflejados en la historia de Yolanda. O no, ¡quién sabe! Por supuesto, todas tenían la opción de elegir un montón de títulos universitarios, pero eligieron el nuestro. Espero que todavía pienses, en este punto, que valió la pena. ¡Me lo merecía sin duda!”


En la foto de izquierda a derecha:

Carmen Verde-Diego. Profesora Titular de la Facultad de Educación y Trabajo social y madrina de la promoción.

Xosé Manuel Cid. Decano de la Facultad de Educación y Trabajo social y madrina de la promoción.

Isabel Doval. Vicerrectora de Bienestar, Equidad y Diversidad de la Universidad de Vigo.

Ana Vilar Valera. Vicepresidenta del Colegio Oficial de Trabajo social de Galicia y vocal del Consejo General del Trabajo Social

Rubén González-Rodríguez. Profesor Titular de la Facultad de Educación y Trabajo social y padrino de la promoción


 
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