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LAS PEQUEÑAS COSAS

A principios de marzo de 2022, tuvo lugar un encuentro entre dos trabajadoras sociales. Algo aparentemente intrascendente, a priori, que forma parte de las pequeñas cosas que no importan a nadie excepto a uno mismo. Dejadme que en unos pequeños minutos de lectura os cuente por qué este encuentro ha sido uno de los regalos más inesperados que me ha hecho la vida.


Todo empezó al terminar mi siguiente libro, que está en fase final de corrección y a punto de entrar en máquinas. No diré nada de él (salvo que mi correctora Ruth Guerrero Muñoz, lo define como un libro: de "emoción, intriga y dolor de barriga") porque sinceramente este post pretende ser lo opuesto al autobombo de todos los días.


¿Quién me escribirá el prólogo? - Me preguntaba.


Reconozco que le di muchas vueltas, ya que he tenido la suerte, en los casi veinte años que llevo trabajando en este mundillo, de trabajar con las más grandes figuras del trabajo social. Además, inexplicablemente, me llevo bien con casi todas ellas, algo que no suele ser muy habitual en esta profesión.


¿A quién se lo pido?


Tras volver a leer el libro y valorar el espíritu global de la obra me di cuenta que quería pedírselo a Natividad de la Red. Lo vi claro. Hemos compartido tantos momentos en estos doce años, he aprendido tanto de ella y encaja tanto con su forma de entender el trabajo social. Así que la llamé:


- ¿Nati me harías el prólogo del libro? - dije tras explicarle todo el proyecto.

- De acuerdo, pero con una condición: si escribo algo que no te gusta no lo pongas. – Eso resultaba imposible, así que no tenía objeción alguna.


Al día siguiente me llamó ella a mí:


-He pensado que como tú eres tan diferente, creo que el prólogo debería ser original. Distinto. ¿Qué te parece si lo hago con Maite Fernández, la trabajadora social que atendió a tu madre? La profesional de la que hablas en tu anterior libro, si ella quiere, por supuesto. – Nati tiene estas cosas. Cuando uno cree que tiene la solución perfecta, va ella y da una vuelta de tuerca. Me quedé de piedra. Era una idea brillante.

- Pues me parece una idea genial Nati. Perfecto. Se lo puedo proponer a ver qué dice.

- Creo que lo mejor es que le digas que la idea es tuya y que nos lo propongas a las dos. Me gustaría que en este texto las dos partiésemos del mismo punto, en igualdad- De verdad, cómo me hubiera gustado decir que la idea fue mía. ¡Ojalá! Pero es que no estoy a ese nivel. Por supuesto, traicionando a Nati pero siendo leal a su grandeza, le dije a Maite la verdad y le pedí en un audio de Whats App que participase:


Audio Óscar:

- (...) ¡Fíjate lo modesta que es! La verdad es que me encanta la idea y creo que sería de justicia que mi trabajadora social y Nati hicieran el prólogo del libro. Sería cerrar un círculo y ella me dijo que estaría encantada de hacer el prólogo contigo. ¡Anda dime que sí, porfi!


Respuesta de Maite:

- Claro que te digo que sí, Óscar. Me da un poco de vértigo porque yo esto no lo he hecho jamás y no se cómo se hace un prólogo ni nada, pero encantada de ayudarte.


Un tiempo después volví a recibir una llamada de Nati:


- Ya me he leído el libro y tengo un borrador del prólogo para elaborar uno conjunto con el borrador trabajado por Maite. Me lo leí en cuatro días y en cuanto me puse con él no pude dejar de leer. Se lee tan fácil, y esto es tan poco común en trabajo social, que la verdad es que se agradece (…) Es totalmente diferente, como todo lo que haces, y viendo el contenido creo que lo más difícil de leer va a ser el prólogo.


- ¡Anda ya, Nati! - respondí riendo- La verdad es que me estás haciendo un regalo. Que la primera persona que lea el libro seas tú y recibir éste feedback era muy importante para mí. ¡Muchísimas gracias! - Después de darme varios consejos, me dijo:


-He quedado con Maite en Valladolid para vernos en persona y hablar del borrador y cerrar los últimos flecos.


Al cabo de dos días recibí unos Whats App Maite:


MAITE: ¡Hola Óscar! ¡Esta tarde he quedado con Nati! ¡Qué bonito reencuentro! Te agradezco mucho que me hayas dado esta oportunidad, de corazón.

ÓSCAR: ¡Qué alegría! ¡Qué momento!

MAITE: Y como lo prometido es deuda, ahí va la foto (aunque se nota que los selfies no son lo mío):


ÓSCAR: ¡vaya dos cracks! Muchas gracias.

MAITE: ¿Sabes que fue mi maestra? En la promoción de 1987/1990.

ÓSCAR: ¡Más de treinta años!

MAITE: ¡Sí majo! Para mi ha sido muy emocionante reencontrarme con ella. Nati te enviará el prólogo.

ÓSCAR: ¡Qué cosas! ¡Muchísimas gracias! Es sin duda un regalo. Es como si alguien me estuviese sonriendo… desde alguna parte.

MAITE: ¡Siempre!

ÓSCAR: - ¡Gracias por tanto Maite! ¡Gracias por ayudar a mi madre y a mi familia!

MAITE: -Yo sólo estuve… el resto fue mérito vuestro.

ÓSCAR: - ¿Sólo? ¿Te parece poco? Acompañar y ayudar al otro a ayudarse. Tu transformarse mi vida: ¡Gracias por tu trabajo!

MAITE: - ¡Un abrazo desde la distancia!


Hoy recibido el prólogo y tras leerlo he escrito esta entrada.


¿Qué es la vida sino la esperanza de un prólogo de un mundo mejor?


Se que soy un traidor revelando nuestras intimidades y no he pedido permiso para escribir estas palabras porque sé que ellas, en su humildad, quizá no querrían que las publicara. Pero hay tanto, tantísimo bueno en esa foto que me niego a guardarla en un cajón sin más.


Me gustaría que mi voz se propagase a la gente como el viento y dijera:


¡Mirad esa foto! ¡Cuánto bien hay en ella! ¡Cuánto trabajo social! ¡No tenéis ni idea, almas de cántaro!


Mi trabajadora social que tanto me ayudó, que tanto hizo por mi familia, se reúne treinta años después con su maestra (ni más ni menos que Nati de la Red) para hablar sobre cómo hacer entre las dos el prólogo de mi libro. Maestra y alumna se funden en las primeras páginas entrelazando en el papel nuestras propias vidas.


Y, así de pronto, sin premeditación, surge algo extraordinario en el que descubres que todo está conectado y que la existencia tiene estos maravillosos momentos en lo que todo parece tener sentido.


Momentos armoniosos que cierran el círculo de todo lo que aconteció. De lo que es, y de lo que será.


Momentos que valen más que el oro y que 50.000 likes.


La vida tiene estas cosas.

Esas pequeñas cosas que… nos hacen que, lloremos cuando nadie nos ve”.


PD: mi agradecimiento a Tuca Muriel por sus aportaciones al texto.

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