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SOCIALISMO O LIBERTAD

Días antes del esperpento político en Murcia, antes de la moción de censura fallida y los tránsfugas comprados por un puñado de dólares (no deja de sorprenderme que los tránsfugas siempre acaben en el mismo partido político: el que siempre ha tenido caja b desde que eran AP) oía estupefacto que iban a “colocar” a Ángel Gabilondo como Defensor del Pueblo para buscar a alguien que hiciera una oposición más dura a Ayuso.


Afiliados al PSOE comentaban que era vox populi el desgaste del Candidato a la Comunidad de Madrid y que estaban buscando un sucesor que mordiese. Alguien a la altura del personaje de Ayuso.


De hecho, entre propios y ajenos he escuchado esta legislatura: –“¿dónde está Gabilondo? La ciudadanía madrileña le necesita y ha estado desaparecido”- “Necesitamos una oposición más agresiva contra Ayuso. Con todas las que está liando no es posible ser tan cándido”.


Pues a lo mejor estaba haciendo política en vez de montando circos.


Ya en las elecciones de 2019 apreciaba aún entre mi gente de distinto signo el respeto que tenían sobre la figura Ángel Gabilondo. Sin embargo, acaban diciendo: - “No va a ganar. Un hombre tan educado y respetuoso. Es una pena”- Pues resulta que ganó[i]. Y ganó precisamente a la Presidenta Ayuso que hoy se siente invulnerable y que convoca elecciones esperando pescar entre los votos de un ciudadanos defenestrado y de la derecha que votó también a VOX.


Es cierto que en democracia las mayorías absolutas pasaron a la historia en nuestro país (al menos de momento) y que es necesario la concurrencia de muchas fuerzas políticas para obtener la victoria. Esta concurrencia de fuerzas es lo que siempre pretendió Ángel desde que comenzó su andadura como candidato.


Estamos todos los días renegando de la clase política, de los shows que montan y de la vergüenza ajena que nos hacen pasar y cuando llega alguien distinto a los rufianes, casados, abascales e iglesias decimos que no vale ¿No vale por qué? ¿Por qué no se pone a su altura?

Entonces es verdad que no vale para hacer una oposición mamporrera y barriobajera a la que tan acostumbrados estamos. Es como renegar del sálvame y acabar, no sólo viéndolo, sino pidiendo que el resto de los programas se parezcan para competir en premier time.


La primera ver que conocí a Gabilondo en persona fue en mi exposición: “PSOE, una retrospectiva personal”[ii] en 2018 en la Casa del Pueblo Ramón Rubiales en Alcorcón. la inauguró con la entonces candidata, hoy alcaldesa: Natalia de Andrés. Es un hombre que siempre va con su libreta a todos lados. Lleva apuntada en ella sus reflexiones, pensamientos y demás. Habla de lo que él mismo piensa y escribe no como la gran mayoría que se limita a repetir las palabras que sus asesores le escriben. A cacarear discursos y leer en telepronter. Gabilondo no. Abre su libreta por páginas, dependiendo del tema, y como si fuera un catecismo comienza a orar. Me sorprendió que tras soltar mi discurso (en el que criticaba también al partido) me respondió punto por punto lo que había hablado demostrando una lucidez mental. Desde ese día fue mi candidato.


Después del acto, cuando se despidió me dijo:

Óscar afíliate el PSOE que tienes sangre socialista corriendo por tus venas!- Me lo decía por la lámina que dediqué a mi bisabuelo.


-¿Y tú me lo dices?- le respondí. Ya que aun siendo candidato por el PSOE no estaba afiliado al partido. En mi opinión un puntazo que habla tan bien de él como del PSOE.



Me parece muy grave que se cuestione su figura estando como estamos en un país cada vez más polarizado. Que se denueste a un político de altura que parece venido de tiempos mejores cuando existían en la clase política profesionales razonables de distinto signo que no hacían aspavientos sino política. Qué no hacían demagogia, sino que estudiaban y se preparaban para servir en su cargo lo mejor posible.


Efectivamente, Ángel no vale para incitar al odio, ni para arrastrarse hasta el populismo agresivo de Ayuso, que no deja de ser una copia castiza de Trump.


Así se desprende del primer eslogan de su campaña electoral: socialismo o libertad. Trumpismo en estado puro. Como si todo lo malo se concentrase en el socialismo y todo lo bueno en ella. Esa es la esencia del populismo: todo es blanco o negro. Estás conmigo o contra mí. No hay sitio para las medias tintas: ¡cuidao que vienen los rojos a cerrarnos los bares!. Pero sinceramente, esa película ya la hemos visto. Ya sabemos cómo acaba: con la toma del capitolio por la chusma y con el presidente todopoderoso repudiado y exiliado a su peculiar isla de Elba.


La Presidenta por sorpresa, la que no ganó las elecciones, si que tiene razón en una cosa: en estas elecciones (si las hay, que espero que sí) toca decidir entre socialismo o ella. No hay otra opción.


Andan pidiendo la confluencia del bloque de izquierdas para sumar contra la gran Alianza de Ayuso y la ultraderecha que acabaría trayendo a los herederos del Franquismo (literal ya que entre sus filas hay descendientes de generales del generalísimo) a la Asamblea de Madrid. Como si la escisión de Errejón y Pablito, que se fraguó en una merienda cena a base de croquetas en casa de Carmena no hubiera influido en la dispersión de la ya dispersa izquierda en Madrid.


Desde mi punto de vista hoy los votantes de izquierdas tienen el dilema que se fragua en esta disyuntiva: Gabilondo o Ayuso. No hay más.


El resto es reparto de sillones, subvenciones a los partidos para no tener que vender sedes y otros tejemanejes que sinceramente, me importan un bledo.


Hay dos candidatos:



Uno tiene un currículo de los que ni mintiendo tendríamos los demás: filósofo, escritor, rector de la Universidad Autónoma de Madrid, Presidente de la Conferencia de rectores de Universidades, Ministro de Educación, Doctor honoris causa en distintas universidades internacionales, Caballero de la Orden de Alfonso X el Sabio, Caballero Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III y con más medallas que un general.


La otra se sacó periodismo y se afilió al PP donde la ficharon en 2006, para el departamento de prensa, ganándose la confianza de Esperanza Aguirre​ para la que creó y gestionó la cuenta de Twitter de su perro: Pecas. Y después encargándose de la campaña digital de Cristina Cifuentes en 2015. Fin.


No va más.


Desde mi punto de vista, y siendo simplista como la propia Ayuso, es como elegir entre Cristo o Barrabás. Así que yo ya tengo decidido mi voto. Ya lo tenía en 2019 cuando hice la campaña para Gabilondo de Juventudes Socialistas. Si el resto de la quiere gritar: -¡Barrabás!- Que lo haga. Al fin y al cabo, se trata de socialismo o libertad.


 

Ilustración: Óscar Cebolla / gooscar. Para la campaña de Juventudes socialistas 2019



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